Padre, perdóname!

Creo que al principio mi padre se preguntaba qué hizo mal, quise decirle que no era culpa suya pero no pude. Estaba demasiado contenta con la noticia que le daba, estaba tan emocionada que hasta le di detalles y no me di cuenta que él solo quería huir, lanzarse del carro en marcha y ser arrollado.


Pobrecito mi padre, todo empezó cuando escuchamos en la radio una canción de Julio Iglesias, entonces le dije que iría a su concierto el 18 de febrero. Pensó que aunque fuera un poco extraño que a una persona de mi edad le gustase, también tenía sentido porque había crecido escuchando la música que mi madre escuchaba, lo que mi padre quería es darle una explicación a esto y no lo consiguió. Le conté que a mi de pequeña no me gustaba Julio Iglesias, ni él ni su música; comenzó a gustarme en esta última década, primero me pareció atractivo y después descubrí cual era su don. Fue ahí donde me dejé llevar por el entusiasmo, le dije a mi padre que el don de Julio Iglesias es poder decir cualquier cosa y hacer que suene pervertida, se lo dije contenta, feliz, embriagada con la voz de Julio Iglesias en mi cabeza cantando "EL bacalao es un pez que vive en aguas profundas...". Incluso le dije que Julio Iglesias puede hablar de mecánica y de cómo funciona una máquina y hacer que suene "sexoso". Estaba extasiada, no me detuve a tomar en cuenta la expresión de su rostro , ni sus ojos que me gritaban: ¡Socorro!
Finalmente terminé por destruir nuestra relación cuando le afirmé que si me cruzaba a Julio Iglesias en la calle me tiraba encima de él.


Padre, perdóname que ahora el psicólogo lo necesitarás tú.